La falta de luz denota que se hace tarde,
el sol tras el horizonte ya se esconde,
pero aún hay que esperar que la lluvia calme,
o quizá sea otra vez mi compañera de noche.
Sólo es cuestión de tiempo que la ansiedad brote,
la almohada acciona el botón de cruzar los cables,
y es entonces que mi mente acaba de perder el norte,
pensamiento impredecible, como los viajes de Camel.